Publicado en El Pais, 4 de Octubre 2020.
Hoy mi provincia de Ontario, Canadá ha tenido el peor día en nuevos casos desde que comenzó la pandemia. Esto ha llevado a nuevas restricciones para fiestas privadas que nuevamente limitan el numero para reuniones a 10 para espacios interiores y a 25 para reuniones en exteriores. Sin embargo, lo que llamó la atención de la gente fue las multas por romper esta regla: multa de 10,000 dólares canadienses para el anfitrión y 750$ para cada invitado que asista. Los críticos están de acuerdo en que las reuniones deberían restringirse, pero las multas son demasiado escandalosas. El gobierno, por su parte, se apresuró a señalar que nada más parece funcionar y que no tienen más remedio que tomar medidas enérgicas contra estos culpables.
Antes de esto, todas las leyes parecían estar enfocadas en la educación sobre por qué era importante seguir estas reglas para el beneficio social. Se alentó a los funcionarios del orden público a dar advertencias a los infractores de las reglas y solo multas a los delitos flagrantes. Las máscaras han sido obligatorias durante algún tiempo, pero las tiendas han tenido la responsabilidad de hacer cumplir esta regla y los anti enmascaradores no recibieron ninguna penalización por mantener su rostro descubierto. Los letreros publicados en todas partes sobre estas leyes COVID-19 han mencionado los beneficios de detener la propagación, sin mencionar las sanciones por incumplir. En resumen, hemos estado enfrentando restricciones estrictas desde marzo con estrategias de educación, pero sólo ahora el gobierno ha iniciado con multas por incumplimiento.
De ahí que nos encontramos en la situación en la que nos encontramos ahora. Incluso quienes promovieron las órdenes de la estancia en casa están cansados y ya no quieren seguir el distanciamiento social, señalando la falta de consecuencias como motivo para hacerlo. Puede parecer duro, pero estas personas están poniendo en riesgo la salud de todos, no solo de ellos mismos. Estas mismas personas que se enferman luego salen y van de compras, contagiando a los trabajadores que arriesgan su salud para mantener su trabajo. Algunos de los trabajadores pueden tener que ser hospitalizados, poniendo en riesgo a los trabajadores de la salud que los atienden. Las multas pueden parecer mucho dinero, pero si la gente está tan preocupada por las multas, es mejor no arriesgarse para organizar estas fiestas en primer lugar.
El tiempo de la educación ha terminado, ahora, todos saben lo que debemos hacer. Aquellos que optaron por ignorar los consejos de salud pública deberían enfrentar todas las consecuencias por ello.
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