Publicado en El Pais, 9 de Noviembre 2019.
Un presidente debe ser capaz de ser el presidente de todo el país y toda la gente, aun de aquellos que no votaron para él. Esto le da legitimidad de la población. Un buen amigo holandés una vez me dijo, después que su candidato favorito perdió, “bueno, no es que yo quiero, pero nuestro nuevo primer ministro no es tan malo tampoco” y esto es legitimidad. Lo que esta pasando en Bolivia es lamentable. Quizás Evo tiene la mayoría de los votos con el 46%, pero de que vale esto si el 54% no lo quiere para nada? El 2016, un 51% de la población dijo que no deseaba su reelección y aun así se habilitó como candidato, esto, sumado a las dudas de fraude electoral y con una institución que organizó las elecciones cambiando las reglas de juego de manera permanente, hacen que la población no reconozca esta reelección. El 2006, muchas personas estaban con la esperanza que todo iba cambiar con Evo. Crecimiento económico, menos pobreza, menos corrupción, más participación, etc. Mucho de esto se logró, pero la corrupción y el nepotismo han llegado a niveles cínicos. Evo Morales se queja del ‘imperio’ y de los oligarcas, pero hasta ahora Bolivia es un país donde las reglas no se aplican si tienes mucho dinero o tienes el teléfono del presidente y esto puede servir para proteger hasta lo más prohibido.
Cuando un referéndum o la voz del pueblo boliviano se ignora, hay más fuerza para gritar que NO es NO. Sin embargo, sólo necesito ir a la Corte para pedir ‘su derecho humano’ de ser reelegido presidente y los que no estuvieron de acuerdo perdieron su trabajo. Es extraño para un partido socialista que ignore a la sociedad, la solidaridad y la justicia social para el beneficio de sólo una persona. El hecho de repetir durante 13 años que sólo él puede mejorar el país ya es peligroso ¿Por qué no entrenar a un nuevo presidente en su partido? Alguien que continúe su filosofía y deseo de trabajar por el país.
Tres semanas de paralización del país, cabildos para anular las elecciones demuestran que Evo no es presidente de todos. No quiere encontrar una solución rápida. Por el contrario, ordenó a las fuerzas armadas y policía a reprimir con armas y dinamitas; y pidió a sus votantes cercar las ciudades utilizando violencia hasta acabar la comida generando más odio y separatismo. No intentó llegar a un consenso ni para tranquilizar a los oponentes. Un presidente debe tener la capacidad de hablar, dialogar y buscar soluciones civilizadas. Hay formas de unir un país. Al final, todos los bolivianos dependen uno del otro. Para ser legítimo, un presidente debe ser de todos.
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