Publicado en El Pais, 7 de Noviembre 2020.
Para todos el Coronavirus ha estado bastante cerca, quizás lo tenías o alguien muy cercano a ti. Es uno de estos eventos raros donde cada persona en el mundo sabes de que estas hablando, todos estamos sufriendo los efectos de una u otra forma. Las prioridades parecen simples cuando hay una epidemia. Primero, salvamos las vidas y luego se verá la economía. Esta fue la lógica durante la primera ola. Claro, se reconocía el daño a las economías, pero probablemente valió la pena para salvar a la población sabiendo que el número de muertos es mucho menor con relación a no haber hecho nada. Pero poco a poco también nos dimos cuenta de que tenemos que mantener economías girando. Entonces, encerrar a las personas todos los días no era deseable, si no imposible. La gente tenía que trabajar para tener ingresos, pero en maneras más seguras, reduciendo los costos de productividad perdida.
¿Que son exactamente los costos directos de esta epidemia? Primero los costos de salud, el costo de internación, UTI, medicamentos, etc. También hay costos por que personas enfermas no pueden trabajar, estos son costos para las empresas, seguros o personas individuales. Y hay costos relacionados con las medidas. Varias personas que no pudieron trabajar por la cuarentena, teatros, cines, tiendas perdieron ventas por que el consumidor quedo en casa obligatorio. Lo último que se está tomando en cuenta son los costos de la vacunación. La mayoría de los países lo van a ofrecer gratis, pero igual hay un costo.
Ahora que los gobiernos están viendo más allá, hay dos costos que aparecen. La economía en muchos países está en crisis, y normalmente gobiernos tienen que invertir para repararlo. Una tarea costosa y difícil si tomamos en cuenta que COVID-19 ya costo mucho al gobierno. Los Gobiernos están por la difícil decisión si bajan los impuestos, aumentan las inversiones, para que arranquen la economía, pero al mismo tiempo se endeudan más. O limitar inversiones, parrar subsidios, despedir personas para trabajar más eficientemente y arreglar la deuda externa que ya subió mucho durante del COVID-19 crisis. Obviamente personas prefieren la primera opción, pero la consecuencia de una deuda alta puede ser grave también. ¿Por otro lado, cuantas vidas podemos salvar si garantizamos trabajo?
En general yo estoy en favor de una crisis de vez en cuando, para que nos ponga a todos con los pies en la tierra y trabajemos más seriamente. Pero esta vez es una crisis compleja que requiere la misma dedicación de las personas que cuando tratábamos de controlar el COVID-19.
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