Por: Arnold Hagens, Magister en economía
Yo vivo en el centro y camino mucho. Entre las razones principales está el hecho de que es mucho más rápido que ir en auto o trufi. Además, de que no necesito perder tiempo buscando un parqueo o arriesgar a que mi coche sea engrampado.
La razón principal debería ser por el medio ambiente pero ¿quién piensa en el medio ambiente? ¿Nuestras autoridades piensan en el medio ambiente como razón primordial?
En los últimos meses se ha podido demostrar que las ciudades en Bolivia están entre los países con mayor contaminación de Latinoamérica y Cochabamba como la ciudad número uno. Aparte de preocuparnos por estar en un ranking que muestra el descuido con el medio ambiente, un aspecto muy importante es que deberíamos preocuparnos por nuestra salud y cómo esta contaminación afecta a la salud de la generación infantil y adolescente.
Aunque es difícil de estimar sin datos, la contaminación tan elevada con la que lidiamos día a día tiene un impacto en nuestra salud y reduce con varios años la capacidad de vivir saludablemente nuestra vida. Varios estudios científicos ya han demostrado que la contaminación en aire por dióxido de carbono debido a diferentes actividades de la población como las quemas, los autos y los fuegos pirotécnicos pueden causar daños en el cerebro y problemas de memoria y aprendizaje, debido a la inflamación permanente por contaminación (Proyecto Contaminación del aire y efectos en la salud de Laura Fonken y Randy Nelson, 2017).
Varios periódicos han hablado del tema también en Bolivia y esto es muy molesto para nosotros, la población porque ni el gobierno nacional ni municipal hace nada al respecto. No se toma ninguna acción. En los últimos 20 años sólo se logró tener un día de peatón cada cuatro meses y nada, nada más. En este día todos estamos felices pensando que lo estamos haciendo bien, olvidándonos que las acciones deben ser multidimensionales y duraderas.
Quizás no lo crean, pero esto tiene mucha base en un problema económico y tiene que ver con las externalidades negativas que no son controladas por ningún municipio. De hecho, en los últimos cinco años este “descontrol ha empeorado”. Déjenme explicarlo.
Cuando alguien quema su basura y su papel higiénico, está feliz y tranquilo por deshacerse de su basura pero los vecinos tienen que sufrir con el humo por una hora o más, reduciendo su bienestar. Lo mismo pasa con un micro que bota más humo y contaminación que una locomotora de vapor del siglo 18.
El dueño feliz porque con mantenimiento mínimo a su vehículo logra ganar dinero, pero los peatones tiene que sufrir la externalidad, sobre todo los niños y adolescentes que están en su etapa de desarrollo más importante. Y a pesar de que la Constitución política del Estado indica que todos tenemos derecho a vivir en un medio ambiente saludable, ningún municipio hace nada para darnos este derecho. Es más, con su poco control a sus propias normativas, nos están quitando este derecho y deberían ser responsables por esto.
Le externalidad negativa perjudica a la mayoría pero hay también varios niveles que se benefician con el poco control. Obviamente el micrero gana dinero con esto, la Alcaldía también gana porque no tienen que poner funcionarios a las calles para hacer respetar las reglas, los usuarios de los micros también aprovechan el bajo precio de los pasajes porque en Bolivia, no se cobra impuestos para tomar medidas y reducir la contaminación como se hace en muchos países del mundo, donde los autos viejos pagan impuestos elevados por contaminación y la gente que utiliza vehículos debe pagar altos impuestos de circulación y aun así, su circulación es restringida y paga peajes especiales cuando ingresan al centro de la ciudad. Sin embargo, para tomar estas medidas, el Gobierno tiene que crear y trabajar para hacer respetar las reglas, y aquí en Bolivia no es muy obvio este aspecto.
Voy a hacer más concreto mi ejemplo. Imagínese que para hacer una parrillada, tienen que compensar a los vecinos por la incomodidad del humo. ¿Cuánto les cuesta? Si viven en el centro, fácilmente tienen unas 15 personas viviendo muy cerca y que son afectadas por el humo. Creo que Bs 50 por persona para que pueda escapar del humo e ir a comer a otro lado sumaría un total de Bs. 750 y con este pago, hemos internalizado el problema económico.
Obviamente hay muchas más externalidades que contaminan y reducen nuestra calidad de vida. Pero por una parte somos culpables nosotros. Cuando compramos, queremos lo más barato, y si podemos ahorrar Bs 1, lo hacemos. Si una empresa ladrillera o de yeso, empieza a producir en una forma sin contaminar, es muy probable que su producto sea más caro y nosotros no lo compraremos porque el otro productor es más barato.
Todos somos pecadores y lo único que puede cambiar este comportamiento son las leyes fuertes y bien controladas del Gobierno para obligar a todos los productores y controlar que produzcan respetando el medio ambiente. El Gobierno es el único que puede obligar a producir en una forma más amigable para el medio ambiente, el único que puede multar cuando un micro o camión dejan huellas negras por todo lado, el único que puede prohibir que en cualquier fiesta se enciendan fuegos pirotécnicos. Y al mismo tiempo, puedo imaginar que la población en un inicio estaría molesta porque no quisieran pagar estos costos porque afectaría su bolsillo y la economía en general.
¡Soy economista, y lo digo muchas veces, la economía no es sólo dinero sino la calidad de vida! Y la calidad de vida tiene un componente muy importante que es la salud. Y ahora muchos de nosotros estamos envueltos en una vida con contaminación que nos quitará vida y salud. Esto es aún peor si pensamos que nuestros niños y adolescentes están disminuyendo sus posibilidades de vivir saludablemente y con una buena calidad de vida por la falta de control de los municipios para reducir la contaminación. ¿Vale la pena?
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