Publicado en El Pais, 28 Ene 2018
Hace unos días, leí que Paul Romer, economista y jefe del Banco Mundial, dejó el cargo después de solo 16 meses. La razón oficial no está clara, pero según algunos expertos indican que tuvo que ver mucho con la decepción de Paul sobre cómo el Banco Mundial genera cambios y desarrollo.
Con esta noticia, primero recordé cómo mi profesor de economía del desarrollo lo mencionó por primera vez. No me impresionó tanto su nombre sino más bien la teoría relacionada con él que es la teoría del crecimiento endógeno. Durante décadas, varios economistas no estaban contentos con las teorías de crecimiento que dependían en gran medida de fuerzas externas. Esta teoría del crecimiento endógeno por primera vez tuvo en cuenta factores como la tecnología, la educación, el conocimiento y la innovación. En otras palabras, esta teoría indica que el crecimiento de un país depende de políticas que invierten en los factores endógenos.
Creo que en Bolivia y otros países de América Latina hemos olvidado que el desarrollo funciona así, invirtiendo en educación, investigación y subsidios para crear empresas. En vez de hacer esto, seguimos llorando indicando que nunca podremos vencer a los chinos en producción; y que los Estados Unidos, Japón y Europa siempre estarán a la vanguardia de la tecnología.
Hace veinte años, nadie hubiera pensado que China se convertiría en un jugador importante en el mercado manufacturero mundial, pero lo lograron con las políticas e incentivos adecuados. Entonces, dejemos de llorar y de insistir que estamos en una crisis y que no se debe hacer nada. Una cita de Paul Romer es: “Una crisis es una cosa terrible para desaprovechar”, y en mi opinión tenemos que aprovechar los tiempos difíciles, debemos aprovechar para poner los pies en el suelo, abrir los ojos, prepararnos y tomar acción. Es una tarea del gobierno motivarnos a hacer esto pero también depende de nosotros.
En Bolivia hay mucho por hacer para que el crecimiento avance. Primero arregle el sistema educativo. El sistema universitario público debe ser un punto de referencia, pero en la mayoría de las carreras, ha perdido eso. Si las universidades, las empresas y los gobiernos no trabajan juntos para impulsar el conocimiento y creación de tecnología, se pierden grandes oportunidades. Y, por último, para ponerse al día en lo económico, el gobierno debería invertir en institutos de investigación que realmente creen un efecto multiplicador para motivar a las empresas.
Dudo que Paul Romer, también un empresario exitoso, se siente a llorar por salir de su trabajo.
Be the first to comment