Publicado en El Pais, 16 de Enero 2018
El mercado de teléfonos inteligentes tiene dos jugadores importantes (Samsung y Apple) seguidos por varios jugadores más pequeños y ahora con Google ingresando en la mezcla. Por ello, puede ser un mercado difícil para competir para los nuevos participantes, aunque esta competencia ayuda a mejorar y esforzarse. Este siguiente mes, Samsung presentará su nuevo teléfono inteligente (probablemente llamado el Galaxy S9) y aunque el teléfono promete la mejora tradicional (potencia y mejor cámara), no se espera grandes mejoras a las demás características en comparación con sus predecesores. Algunos estarán decepcionados pero difícilmente será una sorpresa porque todos los teléfonos inteligentes parecen estar en un período de estancamiento en innovación.
Esa pregunta es algo que cada vez más personas se preguntan a sí mismas, y las ventas mundiales de teléfonos están empezando a disminuir drásticamente. Apple pasó de un crecimiento del 50% entre el 2009-2013 a solo el 1,7% en el último año. Incluso el iPhone X está viendo ventas mucho más débiles de lo esperado a pesar de ser proclamado como el mejor teléfono disponible. Y la evidencia a esto es que muchas personas simplemente se aferran a sus teléfonos hasta que se vuelvan inutilizables en lugar de comprar uno nuevo con actualizaciones sencillas.
Si bien esta tendencia es mala para Apple y Samsung; nos muestra también que los inversores y los gobiernos podrían centrarse más en el desarrollo de software y ya no tanto en el hardware costoso. Hace unos meses, escribí sobre el teléfono boliviano y cómo podría desarrollar un centro tecnológico en Bolivia si el teléfono funciona bien. Ya está en el juego de software, pero la compañía no puede hacer todo el trabajo pesado. Afortunadamente, el desarrollo de software requiere mucho menos costo y el Banco Mundial en este momento está dispuesto a trabajar con los países sudamericanos para promover la innovación brindando asesoramiento sobre la creación de exenciones tributarias para empresas de nueva creación tecnológica y otorgando préstamos a los gobiernos que necesitan ayuda para configurarlo. Ya lo está haciendo Perú, Colombia y Chile, ¿por qué no también en Bolivia? Este movimiento ayudará a cubrir las apuestas contra una disminución en las ventas de dispositivos móviles y dependerá menos de una industria manufacturera que actualmente está siendo apuntalada por tarifas de protección.
El mercado de teléfonos inteligentes es plano, arriesgado y un mercado costoso con un pago potencial cada vez menor. Obviamente no hay garantía en el negocio del software, pero si los países sudamericanos como Bolivia invierten en él, se puede crear una industria completamente nueva y con ella muchos trabajos bien pagados en los próximos años.
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