Publicado en El Pais, 19 de Enero 2022.
La educación ha sido claramente afectada por el COVID-19. Muchos países en el mundo han cerrado las puertas a la educación en el primer año y otros han encontrado en la educación en línea una salvación para no detenerla.
En Holanda, las clases no se han detenido más que por cortos periodos. Muchos dirían que son el ejemplo para seguir, pero es más importante indagar en los factores para este hecho.
- El internet regular es 100 Mbps para 25 euro/mes
- Temperatura: en el verano son las vacaciones y en el invierno con dos a tres niños en una casa más los papás trabajando (desde casa), es una locura.
- La educación es percibida como de alta calidad y prefieren que los niños pasen el mayor tiempo posible en las escuelas. Así, los padres pueden realizar su trabajo. Si los papás salen de casa, deben dejar a los niños bajo el cuidado de un adulto, lo que pronto se hace caro o imposible.
- Mas del 85% de la población ha recibido la segunda dosis y un 50% ya recibió la tercera dosis. Por lo tanto, aunque estén entre personas con COVID, no requieren realizar una prueba COVID porque están protegidos para seguir sus actividades regulares.
En Bolivia, la educación tiene otros posibles factores.
- El internet regular es 16 Mbps por 25 euro/mes y uno de 70 Mbps cuesta 53 euro/mes,
- Temperatura: hace que las personas puedan estar fuera de casa, los niños pueden jugar en el patio.
- Costo de un niño sin educación: La población piensa que en general, la educación pública es de bajo nivel. Ir al colegio significa contagiarse del COVID y aunque los niños no tienen consecuencias, los adultos sí. Además, muchos niños asisten a una escuela lejos de su domicilio, lo que implica transporte público que expone a los padres al COVID.
- El costo de un enfermo COVID es altísimo porque tener baja médica implica una fila desde las 3 AM para ver al médico que dará la baja médica solo para cuatro días. En el caso de que la enfermedad se torne crónica, el paciente debe pagar grandes sumas de dinero en dólares porque el gobierno no ha logrado controlar los precios de los lugares que atienden COVID. Y aun pagando todo, la tasa de mortalidad en Bolivia por COVID es elevadísima.
Por tanto, en Bolivia, la educación queda en segundo plano para las familias. Lastimosamente, también la educación para el gobierno está en segundo plano para que nadie reclame la falta de internet, el bajo número de personas vacunadas, o la baja efectividad de las vacunas que aún siguen generando enfermos graves y muertos. Soluciones insostenibles como obligar a no cobrar la pensión en febrero o no registrar todos los casos de mortalidad por COVID son parte de estas “soluciones”.
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