En los últimos meses hemos sido testigos de diferentes efectos del poco cuidado con el medio ambiente. Lagos y lagunas secas, poca o ninguna lluvia, erosión y deslizamiento de tierras, incendios provocados, aire contaminado para respirar.
A pesar de los efectos cada vez más claros, muy poco se está planificando para resolver este problema en el corto y en el largo plazo de manera sustentable. Incluso las autoridades no conocen mucho de este tema y no lo incluyen en la planificación más allá de un plan de impacto ambiental que se realiza como una formalidad solamente.
Cualquier proyecto debería calcular las externalidades negativas, su forma de solución y hacerlo sustentable. Un ejemplo es la construcción de urbanizaciones. Muchas de éstas incluyen asfalto rígido para sus calles sin pensar que el asfalto rígido tiende a secar los ríos y aguas subterráneas que eventualmente afectarán la vegetación y la vida alrededor.
Pero nadie piensa en el medio ambiente al planificar sino en su duración para evitar el mantenimiento. Muchas leyes municipales prohíben la tala de árboles en la vía pública pero nadie controla la tala de árboles en la propiedad privada que cada vez se queda sin jardines por dar prioridad a la construcción de casas o tiendas. Las áreas verdes o bosques no están protegidos y muchos pueden originar incendios para expandir la mancha urbana o la capacidad agrícola sin pensar en los efectos sobre el medio ambiente. ¿Cómo planificamos? ¿Un árbol tiene más derechos en un lugar y no en otro? ¿Y los animales que viven en estos entornos, no tienen derechos?
Hay bastantes estudios que indican que la falta de propiedad de tierras privadas y de gobernabilidad sobre las tierras públicas está originando desastres ambientales. Por un lado, se ve que la producción agrícola no tiene regulaciones ni para la producción ni para la minimización de los impactos ambientales.
Después de unos años, los terrenos de hoja de coca están erosionados-muertos y los productores se mueven fácilmente a otros terrenos sin ninguna responsabilidad para recuperar las tierras erosionadas por este cultivo. Por otro lado, los gobiernos no tienen un buen control y estadísticas para saber cuánto le cuesta al país el incremento de tierras erosionadas. Entre los costos están que un terreno erosionado es una porción menos de producción alimentaria lo que nos hace dependientes de la importación e incrementa la inseguridad alimentaria, un terreno destruido significa la migración del productor a tierras fértiles como las áreas verdes (forestales o protegidas) donde se destruirán ecosistemas y se afectará la vida de animales y plantas; un terreno erosionado es un foco de calor que evitará la caída de lluvias y que traerá enfermedades que sólo existían en lugares cálidos como zika, dengue.
Países como Bolivia no tienen presupuesto destinado a la recuperación de los terrenos erosionados y esto afecta al costo de oportunidad en la calidad de vida. La calidad de vida no se descuenta por falta de estadísticas pero planificar sin tomar en cuenta el medio ambiente tiene un alto costo. Hagamos algunos números: ¿cuánto más se incrementa el gasto en salud por enfermedades que vienen de la erosión, incendios, enfermedades como zika-dengue, contaminación, nacimientos con discapacidades por la contaminación y uso de pesticidas? ¿Cuánto más se incrementa el gasto en seguridad nacional por deslizamientos de tierra, inundaciones, sequías, falta de lluvias y entrega de agua en cisternas, por apagar incendios y recuperar bosques?
La falta de planificación está costando y costará mucho al país en términos de calidad de vida. ¿De qué sirve tener hermosas urbanizaciones y carreteras asfaltadas cuando no se tiene agua o no te puedes proteger del sol en la sombra de los arboles? ¿Si no puedes desconectarte del mundo y respirar aire puro? ¿De qué sirve la explotación de recursos petroleros o minerales cuando estamos desalojando a diferentes animales necesarios para el equilibrio en el medio ambiente?
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