Publicado en El Pais, 9 Marzo 2019.
El 8 de marzo se celebra el día Internacional por los derechos de la mujer y la paz internacional. Un día establecido por la Organización de las Naciones Unidas en 1975. Este día recuerda las luchas de las mujeres alrededor del mundo para conseguir los mismos derechos y la igualdad con los hombres en diferentes épocas de la historia. Tantos años pasan y en muchos lugares aún no se consigue esta igualdad anhelada. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realizó un estudio el 2018 en el que señala que 12 mujeres en promedio mueren cada día por feminicidios en América Latina. Se indica en este estudio que la aceptación de la violencia contra las mujeres está vinculada a la cultura del machismo. Otro estudio de Oxfam encuestó a jóvenes de 15 a 25 años de ocho países de América Latina y el Caribe y se estableció que el 86% de los jóvenes no intervendría si un amigo golpeara a su novia. Esto indica una normalización de la violencia contra las mujeres.
En Bolivia no es diferente. Lastimosamente cada día escuchamos de nuestras autoridades referencias hacia la mujer como si fueran objetos. Recientemente, se muestra una declaración del dirigente cocalero del Trópico de Cochabamba, Leonardo Loza, ofrecer mujeres al ministro de Minería, César Navarro, para que se quede hasta horas de la tarde en Chimoré. ¿Acaso no tenemos leyes y normativas que nos protejan de discriminación, trata y tráfico o misoginia? Tenemos toda la normativa necesaria pero el problema es que nadie reclama de un trato a las mujeres como si fueran objeto. Está tan normalizado el mal trato, la violencia, el acoso, un pago diferenciado, que no se puede reclamar. La misma justicia re victimiza a las que presentan una queja formal. Según UN-Women, Bolivia tiene un 24% de violencia conyugal (física o sexual), violencia sexual aún sin tener pareja 4%, matrimonio infantil 19%, estamos en puesto 98 en el rango del índice de desigualdad de género y muchos otros problemas violencia hacia las niñas y mujeres (18%), tráfico (10%), acosos, etc. Para cambiar esto, tenemos que romper paradigmas y esto inicia en los colegios a partir de la educación más inclusiva y también con las autoridades gubernamentales a todo nivel, su comportamiento y el trato que brindan a las mujeres. La población copia lo que escucha a diario de sus máximos líderes y entre tanto estos tengan frases que denoten falta de respeto o desigualdad hacia las mujeres, se tendrá que seguir trabajando hacia una verdadera igualdad. Se requiere un cambio de paradigma y la educación es un gran paso hacia la igualdad de derechos.
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