Publicado en El Pais, 19 Agosto 2018.
Cuando una pareja acude a terapia psicológica por problemas de relacionamiento (celos, infidelidad, no entendimiento, fallas en la comunicación, fallas en la asunción de roles consecuencias no resueltas de la separación…) lo realmente importante es delimitar -con la pareja que consulta- una lectura que permita construir el verdadero motivo de consulta y las posibles soluciones ante un problema. Cada pareja construye su propio lazo único, especifico, original, que define su existencia misma y marca sus límites. Parece ser que la concepción de pareja no acepta absolutos, por lo tanto creemos que una simplificación excesiva de la complejidad de las relaciones humanas genera esquemas cómodos –ideales- pero que podría llegar a bloquear o perpetuar los problemas que pretenden resolver. En ese sentido será importante plantearnos la idea inexorable de que no se puede hacer de dos personas, una; que estas solo pueden buscar una convivencia viable en el tiempo a condición de reconocer este imperativo y construir su propia realidad a partir de trabajar en una interrelación de pareja posible.
Cualquier norma preconcebida de lo que debe o no ser una pareja, resulta totalmente inútil en la terapia psicológica, formas similares de relacionamiento en cuanto a reparto de responsabilidad, prácticas sexuales, formas de solucionar problemas, etc., pueden presentarse para una pareja como signos de buen funcionamiento y para otra puede ser signos de algo catastrófico, es decir que sobre los problemas de relacionamiento se tienen vivencias particulares, eso que para alguna pareja puede ser importante para otra no.
No existe un modelo de pareja que deba seguir una norma predeterminada, por eso el fracaso de maniobras educativas –institucionales- que parten de un solo ideal. Los problemas de relacionamiento conyugal, parecen ser universales y estar presentes en todas las culturas, clases sociales, etnias, religiones y edades. Creer que existe alguna pareja que no haya atravesado por crisis y/o conflictos en su relación parece por demás ingenuo e insostenible. La diferencia entre unas y otras reside en el hecho de qué recursos personales cuentan y qué estrategias de pareja usan para resolver estos problemas y pasar de la persistencia, es decir de más de lo mismo, al cambio creativo y quizá insospechado. Un problema de relacionamiento conyugal resuelto de la buena manera podría significar el fortalecimiento del lazo familiar y una lección para los hijos de afrontamiento de conflictos.
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