Autor: Arnold Hagens, MSc. en economía
Hace un tiempo daba una charla sobre cómo ahorrar dinero y para qué sirve. El ahorro es importante primero que nada como un colchón de seguridad por lo menos para algunas emergencias de nuestra vida.
Muchas personas me atacan indicando que ahorrar en cada vez más difícil. Yo doy charlas sobre economía familiar más de diez años y en cada curso me enfrento con tres tipos de gente: 1) un grupo que está de acuerdo con ahorrar, 2) otro que me dice que ahorrar es imposible, 3) otro grupo que me dice que ahorrar es privarse de vivir una vida plena.
Estoy trabajando también casi veinte años como economista y a lo largo de este camino algo que siempre me ha fascinado es ver cómo las personas planifican su vida económica, sean solas o en familia. Si estoy en una tienda, me gusta observar cómo algunas personas compran sin pensar algunas cosas más caras, quizás por la marca, teniendo un producto similar de otra marca más barato al lado. O ver cómo algunos padres de familia compran juguetes a sus niños solo porque se los piden sin que haya alguna otra razón especifica como un cumpleaños. O cuando algunas personas apenas tienen dinero para pagar el alquiler, o ni lo pagan pero igual compran un televisor o un coche a crédito para solo usarlo los fines de semana.
A nosotros los economistas cuando estamos en la universidad no enseñan que un ser humano toma decisiones racionales en relación con todas sus actividades (laborales, familiares, sociales). El chiste es que también siempre encontramos una razón para explicar porque personas compran tonterías caras que no necesitan. La razón más utilizada por los economistas es que un consumidor siempre trata de maximizar su bienestar. Después de veinte años puedo decir que esta razón es una tontería por sí misma porque el bienestar es algo que beneficia a la calidad de vida de ahora y construye para el futuro; sin embargo, las personas compran para su satisfacción ahora sin pensar en las implicancias de su propio futuro. Algunos economistas dicen que compramos cosas caras para demonstrar a otros que tenemos dinero, igual cuando no lo tenemos. Y esta explicación no es de un comportamiento racional.
Volvemos al arte de ahorrar. ¿Cómo podemos ahorrar? Primero, debe estar el deseo y compromiso de ahorrar y saber para qué lo hacemos. Puede ser para emergencias, jubilación o algún proyecto como una nueva casa, auto o quizás queremos para iniciar un negocio. Ahorrar es más fácil si sabemos porque. Segundo, debemos aprender a ignorar las opiniones de nuestro rededor. Los vecinos que insisten que compremos un nuevo auto, los vendedores que dicen que esta tele es la mejor y que realmente la tienes que comprar. Todos estos deberes y tentaciones tenemos que aprender a resistir. Tercero, debemos aprender a definir bien qué gastos realmente son necesarios y cuáles son de lujo. Para mí, una buena regla para distinguir estos es bajo la pregunta: “¿Qué ocurre con mi vida si no lo compro?”.
Hay personas que tienen su casa llena de cosas que nunca usan. Si tú eres una de estas personas, estima cuánto dinero has gastado en cosas que realmente no usas, ni necesitas. Lamentablemente si has trabajado para estas cosas y has sacrificado tiempo de tu vida, de tu familia para trabajar y gastar en estas cosas pero no te preocupas, probablemente no eres la excepción. La mayoría tiene este problema. Si quieres cambiar, aprende las tres reglas que mencione antes. Esto te va a ayudar a ahorrar algo para tus futuros planes o tener por lo menos un colchón de emergencia.
Una vez un estudiante me pregunto: “¿Cuándo puedo empezar enseñar a mis hijos sobre dinero?” A mí me parece que muchos inician muy tarde con esto. Algunos libros mencionan 8 años, pero yo creo que con cuatro años ya puedes explicar que el dinero no es ilimitado y que se vive bajo un presupuesto basado en el ingreso.
Que papá y mamá tienen que trabajar para tener dinero y éste se debe planificar bien en sus gastos. Los niños captan esto más rápido de lo que nosotros pensamos y es también más fácil decir NO cuando te insisten para comprar algo. Poco a poco se les puede ayudar a aprender el ahorro dándoles unas monedas cada semana y puedan administrar eso para su ahorro o gasto para su recreo. A mí me sorprende que muchos niños comprendan mejor que muchos papás que “se debe pensar bien antes de gastar”.
Ojalá las personas que me han reclamado sobre lo difícil que es ahorrar entiendan que todo está bajo nuestro control, pero tenemos que estar atentos a resistir las tentaciones y malas recomendaciones.
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